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viernes, 8 de mayo de 2015

El río de Sevilla



Probablemente, la imagen más familiar, más turística de Sevilla sea la del río.  Vista del puente o de de Triana, o bien una vista de la ciudad desde este histórico barrio. Y no se trata de una postal moderna, es el paisaje más repetido también en los grabados y en las pinturas antes de la invención de la fotografía.  A un lado, Triana, y a al otro, como en un gigantesco escaparate, muchos de los monumentos importantes de la ciudad: la plaza de toros de la Maestranza, la Catedral, la Giralda, la Torre del Oro, el teatro de la Maestranza, el Palacio de San Telmo o las torres de la Plaza de España. Esto, dentro del tramo del río que coincide con la ciudad vieja. Hacia el puerto, hay un bonito paseo por el muelle de Nueva York y el muelle de las Delicias, donde se sitúa el recién estrenado Acuario de Sevilla. Y remontando el curso del río, encontraremos la zona de la Cartuja y de la Exposición Universal del 92.
En esa zona se alza la recién construida Torre Pelli, un edificio que pretende ser simbólico y que es actualmente el más alto de Sevilla. Desde los puentes de San Telmo y de Isabel II, se puede ver una panorámica excelente de esta zona; desde el de San Telmo destaca el contraste que hace la ciudad contemporánea con la histórica.

Vista de la Giralda desde la calle Betis (Triana)
Sevilla antes de los romanos


No es que Sevilla le deba su existencia o su pasada prosperidad al río. Es que Sevilla era el río, porque donde está ahora la ciudad estaba el Guadalquivir. Así, el primer asentamiento, la primera Sevilla era una isla. Y en la Edad Media, el río parte la ciudad en dos, y un brazo atraviesa la muralla —que llegará hasta el siglo XIX— para pasar por zonas tan céntricas y tan simbólicas hoy como la Alameda, la calle Sierpes, la Plaza Nueva…


Al salir de la Edad Media, el río será el camino hacia América y al puerto de Sevilla llegarán los barcos cargados de plata. Pero, además de ser la fortuna de la ciudad, también es su enemigo. Las riadas serán algo común a través de los siglos y el río recuperará de vez en cuando las lagunas que le habían obligado a abandonar. Los sevillanos vivirán siempre con el temor a las inundaciones hasta que se hace la primera corta y se transforma el río en una dársena, en un brazo muerto, y el arroyo Tagarete, primero se sotierra y después se elimina.







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